La vida te da y a veces la vida te
quita; y por eso hay que aprovecharla viviendo los momentos que toque, pues lo
más importante es la propia existencia, la propia vida.
Son importantes, todos y cada uno de los
momentos que la vida te regala, y por esa razón debes aceptarlos como vienen,
disfrutando de ellos y sucumbiendo a cada instante con plena premeditación y
alevosía.
La serenidad para aceptar y no cambiar
esas vivencias y convertirlas en el mejor de los regalos; tener valor para
poder hacer y no intentar nada y poseer la sapiencia suficiente para decantarte
por una u otra opción que la vida te ofrece, esa es la clave de la felicidad,
de tu felicidad, la cual está en el fondo y en lo más hondo de ti misma.
Sin embargo, hay situaciones, que se nos
escapan de las manos, momentos que no podemos predecir ni evitar, y eso nos
produce una cierta incertidumbre, que al fin y al cabo es inevitable y no queda
otra que aceptarlas.
Estos hechos y acontecimientos son
ineludibles, pero en cambio si está a nuestro alcance ese “savoir faire” de los
franceses y adoptar la postura de dejar hacer y suceder los acontecimientos, al
fin y al cabo, sucederán de todas maneras.
Y así, que todo pase y suceda como debe
de pasar; lo que tenga que ser, será... a su tiempo y en su momento; sólo hay
que confiar y esperar con paciencia, pues...todo llega, todo pasa, todo se
transforma, todo evoluciona y todo cambia.
Ante todas esas situaciones existe algo
que nos detiene, eso es el miedo, que es y se convierte es un obstáculo que te
frena y te paraliza haciendo que nos olvidemos y dejemos pasar lo más bello, lo
mejor, vivir el presente, el día a día e intentar no pensar demasiado en todo
lo que nos rodea, sólo lo justo y necesario.
Todos, absolutamente todos, queremos ese
mundo ideal sin sufrimiento y sin dolor, estar en un continuo estado de
felicidad, pero claro, no se puede tener un arco iris sin un poco de lluvia.
La vida es un don muy preciado y después
de ella, el resto viene rodado o sin rodar, pero viene...ya lo creo...mientras
tanto, toca sonreír y no amargarse por nada y mucho menos por nadie; así, esa
es la actitud.
Recordemos, que somos los únicos
culpables de nuestra felicidad y nadie escoge por nosotros lo que es bueno o
malo sino, nosotros mismos...y en cada elección debemos de poner un toque de
locura, pues, las locuras de hoy pueden ser los mejores recuerdos de, tal vez,
un mañana...así pues, vivamos...pues después de todo, vivir, es lo que importa.
Y la vida es un vivir constante y en esa
vida existen seres inciertos que llegan y se instalan y se quedan...vaya, si se
quedan...pues mi reflexión de hoy va para ellos.
A todos los que se quedan y nos negamos
a que desaparezcan pues, sin ellos la vida no merece la pena...
Esos seres que se adhieren a nuestra
confianza después de un instante, pasado un tiempo, esa gente especial, los que
son parte de ti...
Esos seres increíbles que te hacen
confiar, plenamente; que te hacen muy feliz y no es porque sean parte de tu
vida, sino de ti mismo; son y serán “álguienes” muy especiales y nunca se
olvidan y aunque un día se marchen y no estén siempre perdurarán en ti,
contigo; y te emocionarás al pensar esto y al decirlo y te encantará que esto
te suceda pues, quizás ellos te hayan enseñado a hacerlo, a sentir y a ser
sensible además de un millón de cosas más...y te emocionas y lloras porque
también se debe llorar de alegría y por ser feliz, y sonríes todos los días y
la sonrisa llena tu rostro y entonces si.....VIVES!!!!!!
Estrella Arroba Paredes © Todos los derechos reservados
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