Vuelvo a mi infancia y aún me revolotean en mi estómago las maripositas de los días previos a la llegada de sus majestades, Los Reyes Magos de Oriente.
En mi casa, las Navidades eran muy
celebradas, tanto religiosa como paganamente, con todas sus
tradiciones y momentos especiales, no nos saltábamos ni una
celebración eucarística ni una fiesta de cortillón de nochevieja.
Recuerdo esas navidades en casa de mis
abuelos, los paternos y maternos; toda la familia junta, riendo,
cantando y bailando.
Y recuerdo estos días previos de esa
maravillosa y ansiada llegada, en la que mi hermano y yo pensábamos
y pensábamos en cuando sería esa mañana tan ansiada, el día de
reyes, y que larga esa inmensa e interminable espera.
Cuando llegaba la Navidad, los
escaparates sacaban sus atuendos de festividad, pero cuando iban a
venir los reyes las tiendas dejaban paso a la colocación de todos
los juguetes del momento, pues entonces era cuando había juguetes en
tiendas y era sólo ese día cuando nos los regalaban, sólo ese día
y esperábamos con expectación esa llegada.
En mi casa se les dejaba, su copita de
anís del mono y un polvorón para cada uno y los días de antes
siempre nos quedábamos en casa de mis abuelos mientras mis padres
terminaban los últimos detalles y finalizaban “escribiendo la
carta”; luego después de la cabalgata, en la que cogíamos los
caramelos, de manera civilizada y sin empujar, ni con paraguas
abiertos, ni con bolsas para llenar...de manera educada, claro...nos
íbamos a casa, no podíamos cenar nada, el estómago nos hacía
chirivitas y nuestro único alimento era la ilusión por cualquier
juguete, lo que fuese que viniese de los de oriente.
Te acostabas temprano, no podías
dormir, miles de vueltas en la cama y sin conciliar el sueño hasta
que por fín, caíamos rendidos en los brazos de morfeo.
Pero la mañana llegaba rápida, y mi
hermano saltaba a mi cama y decía vamos que veo paquetes en el
salón; raudos y veloces al ataque y ese momento de ilusión, de
felicidad...era indescriptible..maravilloso...pero, pero un año
nuestra expectación se volvió desilusión, nuestros Reyes Magos nos
jugaron una mala pasada y nos deleitaron con un ajo y una patata a
cada uno respectivamente y nosotros, pequeños lloramos como
auténticos desesperados...tan malos habíamos sido, bueno mi hermano
era un bichillo pero yo, no, la verdad...y de repente dijeron mis
padres a ver mirad por ahí a ver si han dejado algo y la voz de mi
hermano sonó como un chillido mira, aquí en la cocina están los
juguetes...y allí teníamos nuestros regalos que, los graciosos “de
oriente” nos habían dejado...no se me olvidará nunca ese año de
reyes, jamás...y creo que a los reyes, tampoco la simpática
gracieta...je,je.
Echo de menos esos tiempos de ilusión,
fantasía, alegría, genialidad, inocencia...y cien mil y un
sentimiento que vestían nuestras mentes de niños y poblaban
nuestras cabecitas con el único objetivo de ser lo mejor posibles
para que nos trajesen esos “me lo pido” que mi hermano repetía
una y otra vez en esos incansables y bonitos anuncios televisivos de
montones de juguetes.
Eran otros tiempos, eran otros
momentos, eran otras vivencias vividas por niños muy entusiasmados
por un hecho concreto, por un día del año en que todos nuestros
sueños se volvían realidad...volvamos a ser niños, dejemos salir
esa inocencia interrumpida y creamos en la magia de los sueños y que
sus majestades, Los Reyes Magos de Oriente, nos colmen de nuestros
sueños mas ansiados y se vuelvan las realidades más
satisfactorias...Feliz Noche de Reyes a tod@s!!!!!!
Estrella
Arroba Paredes © Todos los derechos
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